Se trata, sin duda, de un tema apasionante, en el que estamos inmersos de lleno, una circunstancia de la cual debemos sentirnos afortunados. En primer lugar, por la suerte que tenemos de poder ser testigos privilegiados de los cambios y transformaciones que están sucediendo en un terreno que nos apasiona: el del libro. Nos guste o nos desagrade el resultado final, el ser partícipes, el vivirlo en primera persona, el poderlo seguir día a día siempre será mejor, creo, que el conocerlo desde la distancia. Y, en segundo lugar, porque la incertidumbre sobre lo que ocurrirá abre una emocionante vía a la reflexión, el debate e, incluso, la fantasía pura.
Mi opinión al respecto es que la “edición bajo demanda” será el sistema más extendido en el futuro, tanto por pequeñas como por grandes editoriales. Algunos compañeros ya han comentado las ventajas que ven en él –posibilidad de recuperar libros agotados, publicación de obras de autores noveles, eliminación de stocks, etc. Únicamente es cuestión de tiempo el que se extienda su uso, en cuanto los avances técnicos permitan mejorar la calidad actual.
Lo que me gustaría destacar en esta cadena de elementos es algo que me parece esencial, y de lo que se habla poco. La importancia del binomio autor-lector, o creador-usuario. Lo realmente importante es que una obra sea creada y acabe llegando a un destinatario. Actualmente se habla mucho de los pasos intermedios, y creo que se habla poco de las obras y de los que las van a consumir. Tal y como lo veo, la clave del futuro radica en las circunstancias de estos últimos.
A día de hoy, con el peso, la inercia y la tradición de los sistemas tradicionales de edición, es difícil valorar qué grado de implantación tendrán las nuevas innovaciones. Pero hemos de tener en cuenta que el usuario de hoy y el autor de hoy (educados en una determinada tradición) no tendrán nada que ver con el usuario y autor del mañana. Lo que pretendo decir es que a la mayoría de nosotros se nos hace difícil pensar en la desaparición de librerías e incluso del objeto libro. Nos cuesta imaginar que las librerías no sean el centro de reunión de quienes buscan adquirir un libro. Y, también, nos cuesta ver que los actuales autores de éxito pasen a trabajar ignorando los actores habituales: agentes, editores, libreros, etc.
Pero, ¿qué pasará cuando la mayoría de la población use de un modo masivo las posibilidades de medios como internet? ¿Cómo comprará libros, música y otros productos quien esté habituado a comprar paquetes de vacaciones, billetes de avión o lea la prensa diaria vía web? ¿Cómo comercializarán sus libros autores que hayan crecido en el entorno de las nuevas tecnologías, que usen habitualmente y con fluidez herramientas como blogs y otros medios virtuales de promoción? ¿Seguirán usando los intermediarios que hoy conocemos o, al conocer el medio y disponer de las herramientas para hacerlo, tomarán ellos el control de todo el proceso? ¿Y cómo accederán a esas obras quienes ahora comienzan a crecer en un entorno completamente diferente al de las generaciones anteriores?
Para mi, no existe duda (exagero. ¿Cómo no van a existir dudas?). Personas que hoy son jóvenes y que dentro de unos años se convertirán en los autores de éxito tendrán a su disposición herramientas para producir, difundir y ofrecer su producto a sus consumidores de un modo mucho más directo y controlado de lo que actualmente sucede. Y, más importante aún, tendrán el conocimiento necesario para hacerlo. Creo que lo mismo ocurrirá con los lectores del futuro, personas habituadas a manejarse con internet, e incluso usuarios de nuevos soportes como los libros electrónicos, accederán de un modo directo a lo que los autores pongan a su disposición.

En todo este proceso, creo que lo que vendrá será un acercamiento entre autor y lector, entre creador y usuario. No creo que librerías, libros o editores acaben desapareciendo del todo. Pero de lo que no tengo duda es de que vienen transformaciones tan importantes y profundas que el escenario cambiará radicalmente. Creo que se producirá una reorientación de todas las actividades, que desaparecerán unas figuras y aparecerán otras, como una especie de gestor de autores, por llamarlo de alguna manera, que se encargue de lo que actualmente realizan diferentes eslabones del proceso editorial. Que, en definitiva, lo que se avecina es apasionante a la vez que interesante. Y que, en el fondo, autores y lectores serán los grandes beneficiados.
Clara ha expresado un par o tres de ideas que resumen a la perfección lo que pienso, y que me sirven para sintetizar lo expresado:
"Las transformaciones en el mundo editorial se producen cada día, y la escena que conocemos hoy no tendrá nada que ver con el mañana, hemos visto lo que ha pasado con la industria discográfica y estamos asistiendo a un panorama similar en el mundo editorial. Más que hablar de la desaparición del libro, prefiero hablar de la transformación del mundo editorial".
"No tiene sentido aferrarse al pasado y negar que las nuevas tecnologías están planteando nuevas formas de distribución cultural. Posiblemente acabará con muchos puestos de trabajo que conocemos ahora, pero se crearán otros nuevos".
Y una más que añado yo:
Los cambios y transformaciones que las circunstancias, formación y hábitos de creadores y usuarios están experimentando tendrán, sin duda, gran incidencia en el futuro del mundo editorial.
Y, por supuesto, me otorgo el derecho a cambiar absolutamente de opinión en cualquier momento, puesto que, como decía Nietzche, "toda convicción es una cárcel".
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