En la edición de El Periódico de Catalunya de hoy aparece un artículo firmado por Juan Villoro en el que expresa su opinión acercad de los blogs y su proliferación. El texto, titulado "A propósito de la escritura digital", es el siguiente:
"Hay quien piensa que los blogs son una variente electrónica de la fosa séptica donde la gente manda detritos que no se atrevería a enviar a una redacción en la que tuviera que someterse al juicio ajeno. Esta generalización es injusta pero parte de una premisa real: estamos ante un recurso que requiere de ciertas dosis -muchas veces saludables- de autoafirmación y descaro.
El blog funciona con criterio de autoedición. El autor se puede despedir y contratar según convenga a su deseo de exposición.
Esta forma de la escritura atrae a los que llevaban años queriendo decir algo y a los que descubrieron su elocuencia al inaugurar su blog. Reinaldo Ladagga, autor de Espectáculos de realidad, define así el fenómeno: "Vivimos en un mundo de individuos hiperexpresivos que hablan de sí mismos en consultorios ... registran sus acciones a través de cámaras y envían estos registros a su familia o a sus amigos o las ponen en el dominio público, en espacios como Youtube. Es probable que nunca haya habido una situación semejante... donde todo el mundo haya estado, de manera rutinaria, compelido a ponerse en escena". ¿Qué ocurre cuando todos son actores? ¿Quedará alguien de público? ¿Los blogs serán tantos que cada quien sólo podrá leer el suyo, ejerciendo una nueva variante del monólogo interior?
Esa profecía solipsista no tiene por qué llegar. Los blogs representan algo más que un triunfo de la desinhibición. Entre otras cosas, expresan tendencias que no captan las encuestas. Los productores de televisión y los políticos comienzan a entender que --si descartan excesos de maledicencia-- en la espontánea comunidad está "lo que piensa la gente". Los blogs representan una versión más franca de la opinión pública, esa señora que se maquilla en exceso. Además es el nuevo campo de prueba de la literatura.
Antes, un escritor velaba sus armas en revistas que se consideraban legendarias si llegaban al tercer número. Hoy esa aventura decisiva está en los blogs.
Cuando todos se ponen en escena cuesta trabajo saber quién actúa mejor, pero esa contundente verdad acaba por aflorar. En la era del Curioso Impertinente, será extraordinario descubrir si por ahí anda Cervantes".
Juan Villoro
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